Según un estudio filtrado de los servicios de inteligencia estadounidenses, China está desarrollando potentes armas cibernéticas para “hacerse con el control” de los satélites adversarios y dejarlos inservibles para las comunicaciones de datos o la vigilancia durante el combate.
Según EE.UU., el esfuerzo de China por desarrollar la capacidad de “negar, explotar o secuestrar” satélites hostiles es un componente crítico de su objetivo de controlar la información, que Pekín considera un “dominio de combate bélico” crucial.
El documento marcado por la CIA, uno de los cientos supuestamente entregados por un Guardia Aéreo estadounidense de 21 años en las filtraciones de inteligencia estadounidenses más importantes en más de una década, se hizo público este año y fue examinado por el Financial Times.
Este tipo de capacidades cibernéticas serían muy superiores a las que Rusia ha utilizado en Ucrania, donde los especialistas en guerra electrónica han empleado una estrategia de fuerza bruta con escasos resultados.
Mediante la emisión en frecuencias afines desde sistemas de interferencia montados en camiones como el Tirada-2, estos ataques, que se desarrollaron por primera vez en la década de 1980, pretenden bloquear las comunicaciones entre los satélites SpaceX de órbita baja y sus terminales en tierra.
Los ciberataques más ambiciosos de China están diseñados para imitar las señales que envían los operadores de los satélites adversarios, engañándoles para que sean totalmente tomados o para que fallen en puntos críticos de una batalla.
Según un dossier estadounidense de alto secreto, China sería capaz de utilizar sus capacidades cibernéticas para “tomar el control de un satélite, inutilizándolo para el soporte de comunicaciones, armas o sistemas de inteligencia, vigilancia y reconocimiento”. Estados Unidos nunca ha reconocido tener una capacidad comparable.
Taiwán está intentando desarrollar una infraestructura de comunicaciones que pueda resistir un ataque de China tras observar lo cruciales que han sido las comunicaciones por satélite para el ejército ucraniano.
Según un artículo publicado en enero en el Financial Times, está buscando inversores para lanzar su propio proveedor de satélites mientras realiza pruebas con 700 receptores de satélites no geoestacionarios alrededor de Taiwán para garantizar el ancho de banda en caso de conflicto o calamidades naturales.
Un ciberataque ruso consiguió inutilizar miles de routers militares ucranianos de la empresa estadounidense Viasat en las horas previas al lanzamiento de su invasión a gran escala el 24 de febrero del año pasado, demostrando la importancia que han adquirido las comunicaciones por satélite en tiempos de guerra. En aquel momento, un funcionario ucraniano calificó el ataque de “catastrófico”.
Además, varios centenares de aerogeneradores en Alemania, Polonia e Italia se vieron afectados, lo que cortó el servicio a miles de usuarios de Viasat en esos países.
Aunque complejo, el pirateo de Viasat requirió acceder a los sistemas informáticos de la empresa y enviar comandos a los módems que los hicieron averiarse.
Según la evaluación filtrada, los objetivos de China son mucho más sofisticados. Según los analistas, su objetivo sería inutilizar la capacidad de los satélites para interactuar entre sí, retransmitir señales y órdenes a los sistemas de armamento o devolver señales visuales y electrónicas interceptadas.
Oficiales del ejército estadounidense han alertado de que China ha realizado avances sustanciales en la creación de tecnologías espaciales militares, en particular las comunicaciones por satélite.
Pekín persigue enérgicamente capacidades contraespaciales en un esfuerzo por hacer realidad su “sueño espacial” de ser la fuerza dominante fuera de la atmósfera terrestre en 2045, según declaró el mes pasado al Congreso el general B Chance Saltzman, comandante de la Fuerza Espacial estadounidense.
“China sigue invirtiendo agresivamente en tecnología destinada a perturbar, degradar y destruir nuestras capacidades espaciales”, declaró el oficial.
Según Saltzman, el ejército chino ha instalado 347 satélites, 35 de ellos lanzados en los últimos seis meses, para seguir, apuntar y destruir a las fuerzas estadounidenses en caso de una futura batalla.